Tenía que dar buena cuenta de la
calabaza asada, quedó media y, por no repetir en la mesa, decidí
repetir en la cocina... con mi afición por las tartas saladas tipo
quiche estaba claro que iba a preparar una para la cena, además
había que hacer algo completo pues nos esperaba una peli en el cine,
“Amor bajo el espino blanco”, y no contábamos con tiempo para
entretenernos en la mesa, así que mejor plato único.
… por cierto. La tarta buenísima y
la pelicula preciosa (lástima que no fuese en versión original con
subtítulos).
1 lámina de masa quebrada para cubrir
un molde de tarta
media calabaza asada al horno
1 cebolla
3 dientes de ajo
1/2 kilo de espinacas cocidas bien
escurridas
2 huevos
300 g. de queso de untar
sal
pimienta negra recién molida
mezcla de semillas crudas (pipas de
calabaza, de girasol, almendras, nueces y avellanas trituradas)
Calentar el horno a 200º. Mientras
tanto cortamos bien menuda la cebolla y la rehogamos en la sartén
con un poco de aceite de oliva, a fuego medio, hasta que se ponga
tranparente. Añadimos entonces los tres dientes de ajo bien picados
y rehogamos un poco más, que no se doren. Agregamos las espinacas
cocidas y bien escurridas y subimos el fuego, salteamos y cuando ya
haya perdido bien la humedad, salpimentamos. Apartamos del fuego.
Batimos en un recipiente los dos huevos
y los mezclamos bien con la mitad del queso. La otra mitad la echamos
y removemos con las espinacas.
Estiramos la placa de masa quebrada
para que nos cubra el molde de tarta y pinchamos el fondo con un
tenedor, la cocemos en el horno 5 minutos y la sacamos para
rellenarla: primero vertemos la mitad de la mezcla de huevo, encima
ponemos todo el salteado de espinacas y extendemos igualándolo bien,
cubrimos con la otra mitad de la mezcla de huevo y terminamos
colocando un “tape” de calabaza en puré -yo lo he hecho
extendiéndolo encima de un papel de horno: se hace un círculo con
la pasta de calabaza y se coloca del revés sobre la tarta,
despegamos el papel, ayudándonos con un cuchillo largo y fino y ya
está-. Ponemos la tarta en el horno y cocemos 20 o 25 minutos
(probamos con un palillo, como los bizcochos, pinchamos y si sale
limpio ya está). Ahora echamos bien repartida sobre la tarta la
cantidad de mezcla de semillas que nos parezca oportuna (a gustos, a
mi me gusta que quede bastante cubierto porque le da un toque
crujiente que me encanta) y lo metemos de nuevo en el horno, un
momento, bajo el gratinador, vigilando porque se queman enseguida...
y ya está, lista nuestra tarta para lucir en la mesa. Si añadimos
cebolla enharinada frita, acentuamos el crujiente y casa
perfectamente con el dulzor de la calabaza.
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