La excusa era sencilla, había que
hacer magdalenas, y las hice como acostumbro, pero mientras terminaba
de preparar la masa iba recordando la breve conversación con un
amigo y, como pasa cuando sucede, un pensamiento me llevó a otro y a
otro y así el ruido debió despertar a las musas que me encontraron
trabajando, jejeje... no estoy diciendo que sea una gran artista, ni
mucho menos, sólo que parafraseo al artista para dar fe de su
acierto.¿Por dónde iba? ¡Ah sí! por aquello de que terminaba la
masa y de que mi masa duerme por la noche, siempre mezclo antes de irme
a dormir y la dejo en la nevera para, al día siguiente, levantarme y
encender el horno, y de verdad creo que gran parte de su éxito
radica en este sueño. No está bien dejar sin terminar lo que bien ha
empezado, a la mañana siguiente hice mis magdalenas, las de siempre,
ya tenía llenos tres moldes y no había suficiente para completar
otro (seis magdalenas, grandes, por molde) y fue entonces, calculando
para cuántas piezas quedaba cuando se prefiguraron las magdalenas
que traigo al klibanos, no me paré demasiado a pensar porque imaginé
los aromas que ya casi había podido sentir (en español y en
francés) por la noche y ahí estaban, veinte minutos después salían
del horno y llenaban la cocina.
Para mis magdalenas de cada día
utilizo la receta de Xabier Barriga que, hasta la fecha, es la que
sale sí o sí, y además me permite hacer variaciones, que las hago
(marmoleadas, de chocolate blanco o negro, con rellenos de mermelada,
con aromas...) y con frecuencia. En este caso, lo que hice después del
ensayo, fue recalcular para equilibrar y esperar a la noche para preparar
una masa nueva, la definitiva (al menos de momento):
Ingredientes:
(para unas tres docenas de magdalenas)
6 huevos (M)
350 grs. azúcar moreno
150 grs. de leche
150 grs. de aceite de girasol
150 grs. de aceite de oliva
450 grs. de harina de repostería
1 sobre (15 grs.) de levadura química
1 cucharadita de café rasa de sal
4 grs. de canela en polvo
La ralladura de un limón o 1
cucharadita de café de esencia de limón.
150 ml. de ron añejo
80 ml. de vainilla líquida
250 grs. de higos secos
3/4 de taza de almendra laminada
Azúcar glass (yo he puesto hecho con
azúcar moreno)
Preparación:
Blanqueamos los huevos con el azúcar
en un bol grande, añadimos el resto de ingredientes en el orden en
que están relacionados, excepto los higos, las almendras y el azúcar
glace, sin prisa para que se integren bien, y sin dejar de batir. Con
una lengua o espátula bajamos todo lo que haya quedado por las
paredes del bol y tapamos el recipiente con film transparente para
que no se seque mientras lo dejamos reposar en la nevera, un mínimo
de dos horas, yo lo dejo toda la noche.
Troceamos los higos secos en pequeños cuadraditos para lo cual resulta muy práctica una tijera de cocina: agarrándolos por el rabito practicamos cuatro o cinco cortes a lo largo sin llegar al final y luego otros tantos cortes transversales, desechamos el rabillo y terminamos de trocear la última tira del higo. Los dejamos tapados hasta que pase el reposo de la masa.
Troceamos los higos secos en pequeños cuadraditos para lo cual resulta muy práctica una tijera de cocina: agarrándolos por el rabito practicamos cuatro o cinco cortes a lo largo sin llegar al final y luego otros tantos cortes transversales, desechamos el rabillo y terminamos de trocear la última tira del higo. Los dejamos tapados hasta que pase el reposo de la masa.
Calentamos el horno a 190º y
preparamos los moldes con las cápsulas de papel de las magdalenas.
Sacamos la masa de la nevera, añadimos los higos troceados mezclando bien pero sin brío, para que
queden repartidos sin perderse la gasificación que ha producido la
levadura química. Repartimos en las cápsulas llenándolas hasta 3/4
de su capacidad y repartimos un poco de almendra laminada por
encima.
Horneamos a 190º durante 17 minutos (no olvidamos la prueba del palillo para comprobar que está cocida la masa)
Horneamos a 190º durante 17 minutos (no olvidamos la prueba del palillo para comprobar que está cocida la masa)
Dejamos enfriar dentro del molde unos
10 minutos y después sobre una rejilla hasta que estén
completamente frías. En el momento de servirlas espolvoreamos azucar
glass.
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